Cada persona tiene una forma distinta de relacionarse con el tiempo, y entenderlo puede cambiar por completo cómo te organizás, cómo laburás y hasta cómo conectás con los demás. Según la psicología del tiempo, existen dos grandes estilos: las personas monocrónicas (que hacen una cosa por vez y siguen estructuras claras) y las policrónicas (que se sienten cómodas con la multitarea y los cambios espontáneos). Esta perspectiva no solo ayuda a comprender cómo funcionás vos, sino también cómo interactuás con el mundo.
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Saber qué tipo de “personalidad temporal” tenés no es solo un dato curioso: te permite armar rutinas más auténticas, gestionar mejor el estrés y entender tus tensiones con otras personas (sí, ese jefe que se desespera cuando llegás cinco minutos tarde). No se trata de cambiar, sino de reconocer tu estilo y usarlo a favor. Al fin y al cabo, el tiempo no es solo un recurso: también es una forma de vivir.