La jornada laboral sin fin —o infinite workday— se está convirtiendo en una nueva normalidad silenciosa, impulsada por la hiperconectividad y la flexibilidad pospandemia. Microsoft detectó este fenómeno tras analizar el comportamiento digital de sus usuarios, observando cómo muchos empleados hacen pausas a mitad del día para luego reconectarse por la noche, extendiendo su trabajo mucho más allá del horario tradicional.
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Aunque a primera vista parece una mejora del balance personal-profesional, lo cierto es que esta fragmentación genera fatiga mental, límites difusos y una cultura laboral que nunca termina de apagarse. Las reuniones nocturnas y los mensajes fuera de horario son cada vez más frecuentes, incluso sin una presión explícita por parte de las empresas.
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La tecnología que permite trabajar desde cualquier lugar también está desdibujando los momentos de descanso. Según Microsoft, esta tendencia no está ligada a un aumento en productividad, sino más bien a una reorganización no saludable del tiempo, en la que las personas siguen conectadas al trabajo por más horas, sin un corte claro entre lo laboral y lo personal.
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Te invitamos a repensar cómo diseñamos nuestras rutinas digitales y laborales, y plantea una pregunta clave para empresas y trabajadores: ¿la flexibilidad realmente empodera, o está generando una forma nueva y más sutil de agotamiento crónico?