El colágeno es esa proteína clave que mantiene la piel firme, las articulaciones flexibles y los tejidos conectivos fuertes. Es, básicamente, el pegamento que sostiene todo en su lugar. Pero con el paso del tiempo, su producción empieza a caer, lo que puede generar arrugas, pérdida de elasticidad y molestias en el cuerpo.
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A partir de los 20 años, el colágeno empieza a disminuir y el proceso se acelera aún más en los 40 y 50, sobre todo en mujeres, debido a cambios hormonales. Sin embargo, no es solo cuestión de edad. El consumo excesivo de azúcar y alimentos ultraprocesados, el alcohol, la falta de proteínas, la carencia de vitaminas esenciales como la C, el estrés crónico y la falta de sueño también contribuyen a su pérdida.
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La buena noticia es que se puede frenar esta caída con hábitos simples. Evitar los factores que lo destruyen y sumar alimentos que lo potencian puede marcar la diferencia. Entre las mejores opciones están el caldo de huesos, la piel del pescado y la carne de pastura. Además, consumir alimentos ricos en vitamina C como cítricos, kiwi y morrón, junto con fuentes de zinc y cobre como semillas y legumbres, ayuda a estimular su producción natural.
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Para quienes buscan un extra, los suplementos de colágeno hidrolizado pueden ser una opción efectiva. Y no hay que olvidar el cuidado externo: aplicar un suero de vitamina C en la piel también puede ayudar a mantener su firmeza y elasticidad.
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La pérdida de colágeno es parte del proceso natural del cuerpo, pero con algunos cambios en la alimentación y el estilo de vida, es posible retrasarlo y mantener la piel y el cuerpo en su mejor versión por más tiempo.