En un encuentro que parece escrito por el tiempo, Apple y Issey Miyake se reúnen para reinterpretar la relación entre lo que usamos y lo que somos. La presentación del iPhone Pocket no solo introduce un nuevo accesorio, sino una narrativa que honra la herencia de dos visiones que marcaron la estética moderna. Mientras Steve Jobs vestía los icónicos mock turtlenecks de Miyake, hoy sus mundos vuelven a cruzarse, cerrando un círculo que habla de intención, identidad y evolución.
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La colaboración nace bajo el concepto “a piece of cloth”, una filosofía que Miyake impulsó durante décadas: crear desde la simplicidad, buscando que la forma nazca del movimiento. En esta pieza, esa idea se materializa a través de una estructura tridimensional de punto que envuelve el iPhone como si fuera una extensión del cuerpo. Su diseño fluye, respira y acompaña, redefiniendo el límite entre lo funcional y lo emocional.
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Apple aporta su visión de precisión y claridad. Miyake, su lenguaje textil, poético y táctil. Juntas, ambas casas construyen un diálogo entre tecnología y humanidad, donde la innovación no se mide solo en especificaciones, sino en sensibilidad. El resultado no es una funda, sino una declaración: un gesto que transforma lo cotidiano en ritual, lo práctico en arte.
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El iPhone Pocket representa un nuevo punto de encuentro entre moda y tecnología. Es una invitación a habitar el diseño desde otro lugar: más consciente, más humano, más silenciosamente sofisticado. Porque cuando la funcionalidad se viste de alma, el futuro ya no es solo digital —también es emocional.