En un mundo donde TikTok e Instagram dominan, consiguiendo una mención en medios como Vogue o The New York Times ya no es capricho: es una estrategia de posicionamiento. Los influencers buscan validar su imagen con prestigio que trascienda el algoritmo y les ofrezca credibilidad ante nuevas audiencias.
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Aunque ser viral da fama instantánea, no garantiza solidez. Una nota en un medio consolidado puede ser la llave para transformarse en una referencia seria y fiar fulbo a ojos profesionales. Eso es lo que logró un diseñador de interiores, cuyo prestigio creció al aparecer en revistas como Architectural Digest y Elle Decor.
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No alcanza con querer estar ahí: hay que saber si el creador es “newsworthy”. Para que funcione, el influencer y el publicista deben identificar qué lo hace relevante: ese ángulo único que justifique ocupar un espacio en medios tradicionales y genere valor real.
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Redes y legacy media ya no van por caminos opuestos: se complementan. En un panorama lleno de creadores, ser el más posteado no construye una carrera duradera. Lo que suma influencia real es combinar contenido auténtico con exposición en medios que aún tienen poder de legitimación.